Millones Copy, yo quiero Paste by Soyuno Masaki

autor:Soyuno Masaki [Masaki, Soyuno]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-01T05:00:00+00:00

Capítulo 9

Barcelona, época actual.

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En capítulos anteriores vimos cómo el afán desmesurado de un ayuntamiento entrampado, convertía a los gestores de la recaudación en valedores del mejor humor inglés. Por otro lado, un Jesús al borde de la quiebra y matrimonialmente plano, estaba a punto de resurgir de sus propias cenizas con ayuda de Kamil Grashnini, el rico heredero de un imperio pakistaní, gracias a la tarjeta de memoria clonada del móvil que Angels Turró, la exuberante teniente de alcalde, había perdido frente al hotel Diplomatic. Sin embargo, la presión de la inspectora Reñá le había conducido hasta la casa de su amigo Bunset para salvaguardar la tarjeta, antes de que ella se diera cuenta del cambiazo. Era el penúltimo día del año.

Bunset continuaba sorbiendo lentamente la infusión de Rooibos mientras analizaba los datos que la tarjeta le mostraba en pantalla.

—Es fascinante —repetía una y otra vez—. Ya sólo falta que nos multen por equivocarnos al reciclar la basura.

—Pues todavía no has visto nada —le avisó el amigo.

—En fin —se volvió hacia él—. Luego continuaré revisando el contenido. —¿Tú cómo estás? ¿Corres peligro? Ya sabes que puedes quedarte en casa el tiempo que necesites.

—Gracias, Eduardo. Por cierto, ¿has tenido noticias de Monique últimamente? —Se le ocurrió preguntar ahora, seguramente inducido por el fugaz recuerdo de su aventura en Paris.

—Pues no. Desde que salió de la cárcel sólo la he visto en una ocasión. Sé que andaba por Burdeos, donde montó un bar, pero eso es todo. Espero que esté bien.

—Y yo —era muy maja.

Cuando los dos amigos decidieron no hacer nada con el documento que habían sustraído, Monique confió en ellos y lo entendió perfectamente. Para ella, el botín más valioso consistió en el descubrimiento de su verdadera vocación. La experiencia de aquel robo fue el detonante de una carrera que culminó con el robo de la tiara Van der Rohe en el Banco central de Ginebra, una joya de incalculable valor que le reportó una fortuna aunque estuvo cinco años entre rejas. Bunset recordaba a menudo esa noche lluviosa en que, al regresar a casa del trabajo, se la encontró durmiendo en su salón tras varios días huyendo por media Europa. Esa noche cenaron un estupendo guiso en el restaurante de abajo, el Bilbao. Todavía no entiende cómo terminaron en un bingo, con lo poco que le gustan, y que no viera venir que se iba a llevar la recaudación de la noche a punta de pistola. Años después todavía le da apuro pasar por delante.

Tras dejar a Bunset y con vistas a la cita que esa misma noche tenía con Turró, la vicealcaldesa, Jesús decidió pasar por casa para asearse un poco. Confiaba en no encontrarse con su mujer, a menudo de viaje pero siempre ausente, aunque estuvieran en la misma habitación. Cómo se habían distanciado tanto era una de esas preguntas que sólo te formulas cuando ves a esa persona por detrás y no la reconoces o, peor aún, cuando le sobas cariñosamente el culo al descubrirla comprando

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